miércoles, 29 de abril de 2009

Gripe porcina: el monstruoso poder de la industria ganadera


Gripe porcina: el monstruoso poder de la industria ganadera

MIKE DAVIS*
México, D.F., 28 de abril (apro).- La fiebre porcina se originó por la falta de cumplimiento de leyes sanitarias por parte de las trasnacionales, así como de una política errada de la OMS, concluye Mike Davis, autor de la prestigiada investigación sobre influenza titulada "El monstruo llama a nuestra puerta".

En un artículo publicado por el periódico The Guardian y reproducido por la red de noticias alternativa Rebelión, el académico de la Universidad de California destaca que el virus se dejó crecer exponencialmente sin si quiera tomar medidas de contrarresto. A continuación, el artículo:




La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza subitáneamente con una fiebre al mundo entero. Los brotes en la América del Norte revelan una infección que está viajando ya a mayor velocidad de la que viajó con la última cepa pandémica oficial, la gripe de Hong Kong en 1968.



Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el virus H5N1, este virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero, como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.



Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe, inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales y –si disponibles— vacunas a la población.



Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral, señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original. Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata) contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por Roche.



La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con a cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que pertenece a la misma categoría de gestión "ponzificada" del riesgo que los títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la América del Norte y en la Unión Europea.



Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales. Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha perdido toda una semana.



Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que, aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en evidencia que, "tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso".



Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original. Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).



Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el sumidero de las fantasías bioterroristas.



¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la "deriva" estacional como del episódico "intercambio" genómico. Pero la industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela.



En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.



El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de e scherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).



Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.



Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo.



Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus H5N1— es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.



*Mike Davis es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO . Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar ( El monstruo llama a nuestra puerta , trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) and Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).

La GLoria en El Perote, Veracruz

Comunidad mexicana cree ser el foco de la fiebre porcina

28 de abril de 2009, 09:05 AM

LA GLORIA, México (AP) - Los residentes en esta comunidad de 3.000 habitantes creen que su pueblo es el centro de la epidemia mundial de gripe porcina, aunque las autoridades de salud mexicanas no lo han confirmado.
Más de 450 de sus residentes dicen padecer problemas respiratorios que atribuyen a la contaminación de residuos porcinos en criaderos cercanos.
Ejecutivos de la compañía _copropiedad de una firma estadounidense_ dicen no haber hallado signo alguno de gripe porcina en sus granjas, y las autoridades mexicanas no han precisado el origen del brote.

Se sospecha que la cepa de fiebre porcina ha causado más de 150 muertes en México y se han confirmado casos en por lo menos otros cuatro países.

A fines de marzo, una sexta parte de los residentes aquí, en el estado de Veracruz sobre el Caribe, empezaron a quejarse de infecciones respiratorias que culpan a una granja a 8,5 kilómetros (5 millas) al norte, en la ciudad de Xaltepec.

José Luis Martínez, un residente de La Gloria, de 34 años, dijo que supo de qué se trataba en cuanto se enteró de la gripe porcina por las noticias y sus síntomas: fiebre, tos, dolor en las articulaciones, jaquecas intensas y, en algunos casos, vómitos y diarrea.

"Cuando lo vimos por televisión, nos dijimos 'Esto es lo que tenemos'", dijo el lunes.

Martínez y Bertha Crisóstomo, una enlace entre los pobladores y el gobierno municipal de Perote, al que pertenece La Gloria, dice que la mitad de los residentes viven y trabajan en la Ciudad de México durante la mayor parte de la semana y que bien pueden haber propagado la fiebre porcina en la capital, donde se ha reportado la mayoría de los casos.

Granjas Carroll de México, que pertenece en un 50% a Smithfield Foods, Inc., con sede en Virginia, tiene ocho granjas en la zona. Keira Ullrich, vocera de Smithfield, dijo que la empresa no detectó indicios clínicos ni síntomas de la presencia de gripe porcina en su población porcina ni en sus empleados que trabajan en sus operaciones conjuntas en ningún sector de México.

Los residentes dicen que durante años se han visto afectados por el olor fétido de una de las granjas y sospechan que el agua y el aire se han contaminado por los desperdicios.

Cuando periodistas de la Associated Press entraron a la granja el lunes, los automóviles fueron rociados con agua. El gerente Víctor Ochoa requirió que los visitantes se bañaran y usaran overoles blancos, botas de goma y máscaras antes de entrar a cualquiera de los 18 corrales donde tienen 15.000 cerdos.

Ochoa mostró a los reporteros un contenedor cubierto de heces de cerdos para prevenir la contaminación del aire del exterior.

"Todos nuestros cerdos han sido vacunados y atendidos según las reglas sanitarias vigentes", afirmó Ochoa. "Lo que ocurrió en La Gloria es una lamentable coincidencia".

Martínez dijo que los residentes han luchado durante años para obligar a la compañía a mejorar su manejo de los desechos porcinos. La prensa mexicana dijo que un funcionario municipal de salud rastreó la fuente de brote de una enfermedad en La Gloria a un tipo de mosca que se reproduce en los desechos porcinos.

Las autoridades de salud locales y el secretario federal de salud José Angel Córdova desestimaron las afirmaciones de que la epidemia de gripe porcina pudiera haber comenzado en La Gloria y notó que de 30 muestras mucosas tomadas de víctimas de enfermedades respiratorias allí, sólo una _la de Edgar Hernández, de 4 años_ dio positivo. El niño se repuso más adelante.

Córdova insistió en que el resto de la comunidad padeció de una gripe común.

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Los periodistas de AP Margie Mason, Mark Stevenson y Lisa Adams contribuyeron a este informe.

El caso Birmex

Productora advirtió de la posible crisis hace 2 años
Noé Cruz Serrano
El Universal

Sábado 25 de abril de 2009
noe.cruz@eluniversal.com.mx
Desde finales de 2007, Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), empresa de participación estatal mayoritaria productora de la vacuna contra la influenza, advirtió un escenario de posible amenaza de pandemia por influenza, así como un déficit de dosis necesarias para atender el mercado nacional en un contexto de crisis.

Arguyó que la falta de infraestructura para producir una vacuna en México representaba un riesgo, sobre todo al “no tomar las medidas para atacar el problema oportunamente y dejar a la población vulnerable a este padecimiento”.

Para resolver la falta de infraestructura, Birmex sugirió a la Secretaría de Salud, desde 2006, comprarle a laboratorios Sanofi Pasteur la planta de farmacéuticos en Cuatitlán Izcalli, estado de México con un valor de 244.4 millones de pesos, y conformar una alianza estratégica para producir la vacuna.

Sin embargo, Hacienda no otorgó el presupuesto para la transacción en 2007 y 2008; Birmex sólo tiene capacidad para producir 8 millones de dosis anuales, que no cubren la demanda actual, “ni cubriría la extraordinaria en caso de presentarse una pandemia”.

El Proyecto para la producción de vacuna contra la influenza, análisis de ahorros de divisas para México y evaluación de beneficio-costo elaborado por Birmex y entregado a la Secretaría de Hacienda el 15 de noviembre de 2007, el laboratorio planteó un escenario de posibles repercusiones por una pandemia de influenza en el país, con un pico de la enfermedad se presenta hasta la quinta semana con altas tasas de mortalidad.

El escenario prevé al menos 21 mil 522 defunciones y un máximo de 117 mil 461; mientras que el número de hospitalizaciones oscilaría entre los 80 mil y 352 mil.

En tanto, el número mínimo de consultas sería de 11.7 millones y el máximo de 20.7 millones.

El posible impacto económico contempla al menos 186 millones 935 mil días de trabajo perdido, así como pérdidas económicas por 34 mil 691 millones de pesos.

El escenario máximo de días perdidos sería de 238 millones 67 y pérdidas por 44 mil 180 millones de pesos.

Cuna de la influenza

Cuna de la influenza patógena

Alejandro Nadal

El capital siempre ha codiciado someter la producción agrícola y pecuaria a su lógica de valorización. En la industria pecuaria, los grandes rastros y mataderos de ganado son un ejemplo de una línea de ensamble, pero al revés. En lugar de ir armando un producto final, a la res sacrificada se le va desensamblando por etapas. Pero la mejor imitación de procesos industriales en la producción pecuaria se da en los lotes de producción de ganado pecuario en condiciones estabulares y en las llamadas “granjas” porcícolas y avícolas. El hacinamiento y el afán de rentabilidad rápida han conducido a uno de los criaderos de agentes patógenos más peligrosos del mundo.
Ahora que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro de Prevención y Control de Enfermedades estadunidense declaran que al virus A(H1N1) no se le puede contener, y que lo único que queda es mitigar los daños, habría que preguntarles por qué toleraron durante décadas la creación de este tipo de establecimientos. Su fallida estrategia anti-epidemia ha quedado al descubierto. Y tiene la palabra “complicidad” escrita por todas partes.
Surgen dos preguntas clave. Primero, ¿qué hace tan virulento al A(H1N1)? Segundo, ¿por qué es especialmente mortífero entre adultos jóvenes? Las respuestas apuntan a las industrias porcícola y avícola.
La historia comienza con la confirmación por parte del gobierno mexicano de que un niño estuvo infectado con el virus A(H1N1) que ya provocó 150 muertes en México. El niño se infectó en marzo durante un brote de enfermedades respiratorias que afectó a 400 personas en el poblado La Gloria, cercano a Perote, Veracruz.
Dos criaturas perecieron durante el episodio e inicialmente el gobierno estatal indicó que se trató de “infecciones bacterianas”. Para el 6 de abril ya se había dado la alerta de una extraña “enfermedad respiratoria” y se registraron niveles muy altos de infección en La Gloria. Se estableció un cordón sanitario, pero no se dio la alerta sobre un posible brote de influenza. La responsabilidad penal de las más altas autoridades sanitarias está comprometida en este asunto. ¿Será que no se quería poner en riesgo la visita de Obama a México el 16 de abril? Revisen las fechas. Es sólo una hipótesis.
Más allá del engaño y la lenta reacción de las autoridades (siempre incompetentes y corruptas), surge la pregunta de por qué en esa zona. Veamos algunos indicios que apuntan en dirección de las instalaciones de la empresa Granjas Carroll, subsidiaria de Smithfield, la principal productora porcícola del mundo.
El virus A(H1N1) parece ser más virulento en adultos sanos de entre 20-40 años. Una vieja hipótesis entre los epidemiólogos es que, en estos casos, un sistema inmunológico sano y fuerte se convierte en desventaja. Una explicación es que cuando hay infección por influenza patógena, los vasos sanguíneos en los pulmones se hacen porosos y una proteína vinculada a la coagulación de la sangre se introduce en los alvéolos pulmonares. La respuesta desesperada del sistema inmunológico conduce a un edema pulmonar y acelera el desenlace fatal. Así, los pacientes con el sistema inmunológico más fuerte son los primeros en sucumbir.
Un virus patógeno utiliza al organismo anfitrión para transmitirse a otro organismo. Si lo mata antes de tiempo, queda aislado y no puede reproducirse. En la evolución de una cepa viral, se mantiene un equilibrio entre nivel de virulencia y la tasa de transmisión (de un anfitrión a otro). Cuando la transmisión es más rápida, la cepa aumenta su virulencia, matando al anfitrión más rápidamente.
Los mecanismos que promueven las mutaciones virales que conducen a mayor virulencia y rapidez de transmisión están presentes en la producción pecuaria, porcina y avícola en concentraciones industriales. El hacinamiento, la alimentación industrializada e inyecciones masivas de antibióticos y suplementos hormonales (para el rápido crecimiento), son excelentes promotores de una evolución que conduce a cepas patógenas virulentas. El hacinamiento y los débiles sistemas inmunológicos de cerdos y aves producidos en estas condiciones son propicios para generar tasas de transmisión muy rápidas. La acumulación de desechos es desde luego un foco de contaminación con graves riesgos para la salud humana y la integridad de los ecosistemas. La crueldad con los animales en estos centros productivos no es un problema menor. La cereza del pastel es la débil variabilidad genética en la población concentrada en estas “granjas”.
Bajo estas condiciones, el reemplazo periódico de la población de cerdos y aves provee nuevos lotes de anfitriones y favorece la evolución de cepas patógenas. Y si el reemplazo se acelera para aumentar rentabilidad (por ejemplo, pollos antes procesados en dos meses hoy lo son en 40 días), el ciclo viral se acelera porque aumenta la presión para que el virus alcance más rápido la fase de transmisión a otro organismo. La intensidad de virulencia aumenta proporcionalmente.
Al buscar cerrar lo que Marx llama los poros del proceso de valorización del capital, la gran industria porcícola y aviaria ha puesto en pie un sistema generador de cepas patógenas de fiebre porcina y avícola. Esto es lo que explica la aparición de una red filogenética de influenzas que afectan al ser humano precisamente cuando se globaliza el modelo industrial de producción avícola. Esta epidemia es prueba del fracaso de un modelo de producción y consumo que debemos reemplazar antes de que sea tarde.
Influenza, ¿Orwell o Juan Orol?
JENARO VILLAMIL
MEXICO, D.F., 28 de abril (apro).- Debido a las dimensiones internacionales acreditadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), las medidas de emergencia adoptadas en México y en Estados Unidos, y por la aparición de la epidemia de temor, pánico y vulnerabilidad extremas, lo ocurrido con la influenza porcina ha adquirido características dignas de 1984, la distopía más famosa del escritor inglés George Orwell.

Sin embargo, el toque mexicano al estilo Juan Orol le ha dado otras características a la epidemia. La actitud de los gobiernos federal, capitalino, mexiquense y de varios estados es digna de una mala película del famoso director de "churros" mexicanos de los años cincuenta.

Pretenden que creamos que, con tapabocas generalizados, cierres de escuelas, reclusión forzosa en los domicilios capitalinos y una ostentosa y grosera intoxicación informativa –donde son prácticamente linchados quienes cuestionen la eficacia de las medidas adoptadas desde hace cuatro días--, se resolverán la crisis de confianza y las dudas que se han generado en torno al manejo de la peor crisis sanitaria en los tiempos modernos.

Estamos ante una crisis de riesgo global y ni las bravatas de Felipe Calderón o las apariciones de Javier Lozano y las contradicciones del doctor José Angel Córdova evitarán las preguntas que no han sido respondidas hasta ahora:

1.- ¿Por qué si desde el 2 de abril las autoridades de la Secretaría de Salud confirmaron el primer caso de influenza porcina en un niño de 4 años de edad en la comunidad veracruzana de Perote, no se tomaron las medidas adecuadas?

2.- ¿Por qué si desde el 13 de abril el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) había advertido del riesgo de un nuevo virus de influenza, distinto al de la influenza aviar, no se realizaron las medidas epidemiológicas necesarias, la investigación en los laboratorios y el aislamiento indicado entre las personas que estuvieron en contacto con esos primeros pacientes?

3.- No sólo eso. El doctor José Angel Córdoba, el mismo jueves 23 de abril, en la mañana, minimizó la información que ya estaba difundiendo el periódico Reforma. En menos de 12 horas, al filo de las 11 de la noche, anunció las primeras medidas de emergencia sin responder a las preguntas básicas: ¿por qué el titular de Salud modificó el mismo día su apreciación? ¿Qué registros exactos existían sobre las personas que ya habían fallecido de esta nueva epidemia?

4.- ¿Por qué las autoridades sanitarias suspendieron las clases en todos los planteles educativos del país y aún se mantiene abierto un foco de infección, como es la fábrica de puercos de Perote, perteneciente a Granjas Carroll, subsidiaria de la empresa norteamericana Smithfield? ¿Acaso esta empresa, cuya contaminación en las aguas y en el medio ambiente de La Gloria, Veracruz, se ha acreditado no es un foco de infección? ¿A quién quieren proteger o a quién quieren engañar con este escándalo medio ambiental? La Cofepris no ha dicho nada sobre este caso documentado ya en varios medios impresos y denunciado desde hace cinco años por el ambientalista Iván Restrepo.

5.- La duda más perniciosa e incómoda de todas: ¿por qué en Estados Unidos ya se detectaron 64 casos y ninguno ha sido mortal? ¿Qué diferencia hay entre el sistema sanitario y de emergencia de nuestro vecino y el nuestro? ¿Por qué se murieron los pacientes mexicanos y los que están investigándose en Costa Rica, Colombia, Brasil y Venezuela no presentan cuadros mortales como en México?

Estamos ante el encubrimiento más escandaloso de un manejo criminal de la información epidemiológica de México que ha tenido repercusiones globales. Esta es la verdadera dimensión orwelliana del caso de la influenza.

El director general de la Agencia de Vigilancia Sanitaria de Brasil, Agenor Alvares, lo dijo claro y contundente el pasado 27 de abril:

"Considero que hubo demora y, en casos como éste, la notificación no debe tardarse".

El reproche a México no podía ser más claro. Por supuesto, eso no se escuchó en las horas de transmisión de los noticieros radiofónicos y televisivos que se han dedicado a intoxicar a sus audiencias cautivas.

La dimensión más oroliana de la epidemia es el tratamiento excesivo, indiscriminatorio de los canales de televisión privados y públicos que están haciendo lo que siempre han hecho: infantilizar a las audiencias con recomendaciones incompletas, regaños absurdos y dándole voz a una serie de "voceros oficiales" que insisten en presumir una eficacia que no se vio con anterioridad.

El exceso de "información" evita la auténtica información. Es decir, la saturación mediática ya no distingue entre lo que es presunción, rumor, regaño o medida de emergencia, creando una hipersensibilidad al tema. El estado de ánimo de los capitalinos pasó de la incredulidad al pánico y a la depresión. No será difícil prever que cuando se cuenten con los elementos necesarios de información, el enojo y la ira sociales serán mucho mayores de lo que han previsto las autoridades.

No se puede infantilizar eternamente a las audiencias, mucho menos cuando se juega con su salud y con el estado de ánimo.

Por lo pronto, el impacto económico para el sector restaurantero del Distrito Federal es brutal. La Canaco-Servytur calcula en 777 millones de pesos las pérdidas acumuladas desde el viernes 24 hasta este martes 28 de abril. Y puede rebasar los mil millones de pesos sólo en la capital del país. Las agencias de turismo y las aerolíneas están en el pánico más absoluto. El destino mexicano o "la marca" México está señalada ahora a nivel internacional por un virus que, siendo atendible y curable, se ha convertido en una especie de peste negra.

Lo que México no responde

Lo que México no responde
¿Por qué sigue muriendo gente?.-Los fallecimientos y los contagios decrecen en la capital.-El Gobierno dice ahora que sólo atribuye siete muertos a la gripe porcina
PABLO ORDAZ - México - 29/04/2009



Las muertes decaen y las dudas crecen. Lo primero calma, pero lo segundo, inquieta. El jefe del Gobierno de la ciudad de México, Marcelo Ebrard, dijo ayer que en las últimas horas el número de fallecimientos y de contagios en el Distrito Federal —principal foco del virus de la gripe— está cayendo de forma lenta, pero sostenida. Sin embargo, hay una pregunta que ninguna autoridad ha respondido aún con solvencia: ¿por qué sigue muriendo gente en México?


Hasta el momento sólo se sabe que los fallecidos tenían entre 20 y 50 años
Según los expertos, el virus no es mortal si el enfermo acude al hospital nada más sentir los síntomas —fiebre alta, dolor de cabeza, congestión nasal, cansancio general—. Los médicos disponen entonces de un plazo de 24 a 48 horas para diagnosticar la enfermedad y para tratar al paciente con un fármaco antiviral llamado Tamiflu. El Gobierno de México asegura que tiene las dosis suficientes para atender todos los casos. Si esto es así, y si la población sabe desde el pasado jueves por la noche de la existencia del virus, ¿por qué entonces en México sigue muriendo gente y en el resto de los países donde se han detectado casos aún no se ha confirmado ningún fallecimiento?
La pregunta se la hizo un periodista al secretario de Salud, José Ángel Córdova, durante su última comparecencia pública. Y su única respuesta fue: "Porque aquí siguen llegando tarde". Lo único que se sabe es que los fallecidos tenían entre 20 y 50 años, que no hay niños ni ancianos entre las víctimas mortales —aunque sí entre los contagiados— y que eso parece indicar que las poblaciones vacunadas contra el virus de la gripe común están resistiendo el embate de la influenza porcina. Pero se supone. Porque —por ahora— tampoco eso se ha explicado con claridad.
Y esa opacidad aumenta los rumores en un país —no hay que olvidarlo— cuya clase política no puede presumir precisamente de transparencia. Conscientes de ello, los responsables de Salud pidieron ayer que el máximo experto gubernamental en la materia, Miguel Ángel Lezana, director general de vigilancia epidemiológica y control de enfermedades, explicara a un grupo de corresponsales extranjeros la realidad de la situación. Y su versión de la realidad es que, en contra de lo que se había dicho hasta ahora —incluso por el presidente Felipe Calderón—, de los 152 casos de muertes sospechosas de haber sido causadas por el virus de la influenza sólo existe la confirmación plena de siete, ni siquiera de 20, como también se había asegurado oficialmente. ¿Y el resto? "El resto sólo huelen a influenza", reconoció Lezana. ¿Podría pasar que, de las 159 muertes anunciadas, finalmente sólo fuesen atribuibles a la influenza 10 ó 20? "Podría ser posible". Entonces, le preguntaron los periodistas, toda esta alarma mundial... "Era la única manera de actuar, si no lo hubiésemos hecho así, en vez de 30 muertes podríamos haber tenido 3.000..."
A la espera de más respuestas, lo único cierto es que la ciudad de México sigue luchando a brazo partido contra la amenaza invisible. Mientras las autoridades federales aparecen de vez en cuando y casi por sorpresa, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, tiene una presencia constante ante la población. Cuando, el lunes por la noche, se percató de que sus conciudadanos se habían volcado sobre los supermercados para hacer acopio de los alimentos fundamentales como si de una guerra se tratase, salió en las emisoras de radio para llamar a la tranquilidad y garantizar el abastecimiento. En situaciones así, y en ausencia del medicamento mágico que los libere de la pesadilla, los ciudadanos agradecen de sus políticos verdad y cercanía. En dosis suficientes.